lunes, 24 de enero de 2011

Breve apunte sobre la anticortesía

En la Lingüística pragmática, es decir, el uso concreto y real de cualquier lengua, el habla lo es todo. Dentro de ésta, la forma oral habitual es la conversación. Hace un tiempo, Grice estableció el principio de cooperación por el que para que se produzca una interacción ambas personas establecen un acuerdo táctico para que se desarrolle sin problemas y las dos partes cooperen.

A esto se añadieron una serie de principios que fueron bautizados como "máximas conversacionales": relevancia, modo, cantidad y cualidad. Fueron Sperber y Wilson quienes desarrollaron una interesante teoría en torno a la máxima de relevancia y con el tiempo, apareció el concepto que da título a esta entrada: cortesía (y anticortesía).

La cortesía sería aquella máxima por la que se dan posibilidades al otro, se procura la amabilidad o se respeta al interlocutor. Para algunos, es un producto cultural, para otros, una estrategia para conseguir unos fines determinados. Sea una cosa o la otra, y he aquí lo que nos interesa, la ANTICORTESÍA sería precisamente todo lo contrario: no dar opciones al otro, faltarle el respeto, impedir que se produzca la conversación...Lógicamente, esto puede darse de forma deliberada para romper con lo establecido o para provocar al otro. Sin embargo, algunos estudios han relevado que la anticortesía también se utiliza como recurso afectivo (por paradójico que suene) porque marca confianza, amistad y seguridad entre individuos. De hecho, ciertos grupos de jóvenes pueden identificarse entre sí llamándose "mamona, cabronazo, maricona..." e increíblemente, se lo toman a bien, no lo consideran un insulto y genera un fuerte clima de confianza entre los hablantes. Curioso, ¿verdad?

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